Logística del frío, clave en tiempos de vacunaciones

Las vacunas pueden proteger contra las enfermedades si se suministran de forma segura. La sobreexposición al calor, al frío o a la luz puede dañar la calidad de las mismas. Esto no sólo disminuye su eficacia, sino que también provoca el desperdicio de los viales, desencadenando pérdidas económicas. Para evitar que esto suceda, es imprescindible fortalecer las cadenas de frío y garantizar así la disponibilidad de las inyecciones en tiempo y condiciones adecuadas.

Con la llegada del frío, los constipados y enfermedades derivadas de los cambios de temperatura son cada vez más comunes. Para combatir este tópico del invierno, la realización de campañas de vacunación a gran escala se ha convertido en un imperativo para la salud. La más reciente estuvo relacionada con la pandemia del COVID-19, que ha conseguido que un 85% de la población española esté completamente inmunizada, según datos del medio Expansión a través del Ministerio de Sanidad.


La cadena de frío, crucial para la efectividad de las vacunas


A pesar del éxito de los programas de inmunización rutinarios en los centros sanitarios, las cadenas de suministro de vacunas sufren una presión cada vez mayor para gestionar las oleadas de nuevas fórmulas. Incluso el apremio por aumentar el rendimiento está superando los límites de lo realmente factible.

La distribución de las vacunas es una tarea mucho más compleja que simplemente introducir los viales en una caja y transportarlos en un camión a los centros sanitarios. Desde el momento en el que una vacuna sale del fabricante hasta que se administra en un paciente, pasa por un proceso donde unas óptimas condiciones de conservación y ubicación son cruciales para mantener sus propiedades. Por ejemplo, la vacuna del COVID-19, de una de las farmacéuticas que lo desarrolló, tiene una temperatura de mantenimiento de -70ºC. Cualquier valor inferior o superior a este amenazaría su efectividad.

Por eso, el éxito de las campañas de inmunización a gran escala depende de una cadena de frío estable: un sistema para almacenar y transportar las vacunas de forma segura a temperatura controlada.

Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) han puesto en marcha la Agenda de Inmunización 2030, para establecer una estrategia global de inmunización de cara a los próximos siete años. De esta manera asientan unas pautas para la conservación, almacenamiento y cumplimiento de los estándares de calidad del material sanitario en la cadena de frío.

En el contexto de la pandemia del COVID-19, fue imprescindible llevar a cabo un esfuerzo de vacunación masiva en todo el mundo, pero la logística para conseguirlo fue increíblemente compleja. Dos de los factores más complicados fueron el almacenamiento y el transporte.


El almacenamiento es clave, pero ¿cómo se transporta una vacuna?


El traslado de la mercancía a temperatura controlada es una de las etapas más delicadas, y para evitar que la efectividad de la vacunación se vea implicada, existen una serie de requisitos a destacar que deben cumplirse.

Una de ellas comienza por el primer eslabón de la cadena, el fabricante, quien debe cumplir a rajatabla con unos estándares normativos. Si desde un inicio hay irregularidades relativas a las instalaciones del laboratorio, esto comprometerá el funcionamiento del resto de la cadena de frío y el estado de sus productos.

Nada más los viales salen del almacén, estos tienen que transportarse en contenedores habilitados para mercancía tan sensible, donde se garantice el control de la temperatura durante todo el trayecto. Existen varios mecanismos que indican la temperatura, como aquellos que marcan el umbral crítico. Su función es advertir cuando el material se ha sometido a un cambio de temperatura, lo que altera su composición y forma.


¿Qué provocaría en las vacunas una rotura de la cadena de frío?


Una rotura en la cadena de frío es un desafío al que se expone día a día la industria del transporte refrigerado, donde las empresas corren el riesgo de echar a perder los productos especialmente sensibles, como las vacunas.

Este deterioro de los viales disminuye la efectividad de sus componentes, que se desarrollan para proteger contra las enfermedades para las que se suministran. Por lo que, no mantener los inmunizadores a temperatura controlada puede suponer perder entre el 1% y el 5% de los viales. Entre las vacunas estropeadas, los costes para reponerlas y los gastos administrativos, los errores de la cadena de frío pueden tener un valor de millones de euros para los transportistas.

De la fiabilidad del material sanitario depende la salud de mucha gente. Por lo tanto, mantener una logística en perfectas condiciones es una responsabilidad del distribuidor y de todas las partes implicadas en la cadena de suministro.

Para comprobar que las vacunas proporcionen los beneficios esperados cuando un paciente recibe una inmunización, previamente han pasado por un proceso complejo de producción, almacenamiento y distribución a temperatura controlada que mantiene su calidad.

Algunos elementos como la implementación de tecnologías avanzadas, la colaboración entre sectores y la optimización del proceso logístico son imperativos para garantizar la distribución eficiente y segura de las vacunas. Una etapa especialmente importante en contextos de emergencia como la pandemia, donde la rapidez y la precisión son cruciales para proteger la salud pública a nivel global.

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